AIKIDO PARA TODOS

El Aikido es un arte de paz, que basa sus principios en la no violencia y en la armonía del espíritu. En el Aikido no se aprende a agredir mediante golpes o patadas; tampoco se habla de oponentes ni atacantes. Por el contrario, se desarrollan capacidades que permiten enfrentar situaciones adversas de la vida cotidiana.

Una diferencia primordial del aikido, respecto a otras artes marciales, es que no hay competencia. Por lo tanto, se otorga gran importancia al desarrollo espiritual del individuo. El objetivo del entrenamiento en el Aikido es armonizarse con la naturaleza, integrar cuerpo y mente, manifestar la bondad interior de uno mismo, activar el poder espiritual y permanecer en un estado seguro e imperturbable.


En el Aikido aprendemos que todos los acontecimientos de nuestra vida son, en última instancia, un intercambio energético; que no hay energía buena o mala, sino sólo energía y que lo que percibimos como agresión, es en realidad una oportunidad de controlar, redireccionar y proyectar energía para restablecer el equilibrio de manera natural. Es por eso, que se le denomina una disciplina de autodefensa o defensa personal.


Con los movimientos del Aikido uno aprende a proyectar la energía en lugar de almacenarla. El entrenamiento ejerce un efecto positivo en el carácter, pule la mente y el cuerpo de la persona.


La premisa de no competencia permite que cada quien avance a su ritmo y de acuerdo a sus propias capacidades. Los movimientos del Aikido son naturales, por ello, casi cualquier persona puede practicarlo sin importar su edad, género o complexión. Niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres se benefician del desarrollo del carácter y de la integración del cuerpo y de la mente:



Los niños que aprenden aikido se tranquilizan de forma gradual y aprenden buena educación.

Los jóvenes encuentran en el aikido una ayuda para aliviar la presión y el stress que experimentan.

En los adultos, el énfasis se pone en mantener la armonía del cuerpo y de la mente, la buena salud y el refinamiento espiritual.


En los adultos mayores el entrenamiento ayuda a mantener flexibles la mente y el cuerpo. Pueden entrenar plena y satisfactoriamente, pues el Aikido tiene muchas variaciones y las técnicas pueden adaptarse a las necesidades físicas de cada persona.

Las mujeres aprenden a controlar una fuerza mayor que ellas, a moverse de prisa y de forma adecuada; habilidades que pueden aplicarse de manera práctica y efectiva si surge la necesidad de hacerlo.